Dios se mostró al profeta Daniel en un Trono de grande majestad, donde
dio el imperio universal de todas las gentes á uno, llamado como Hijo del hombre.
Y ¿quién es el como Hijo del Hombre?. El Hijo del Hombre es
Cristo; el como Hijo del Hombre, es
el como Cristo ó Vice Cristo.
En suma, así como Cristo, en cuanto Supremo Señor en lo espiritual,
hizo un Vice Cristo con el poder universal de la Iglesia, que es el Sumo
Pontífice, así en cuanto Supremo Señor de lo temporal, ha de hacer otro
Vice-Cristo con el poder universal del mundo, que es el Emperador que regirá el
Reino del futuro.
El sueño de Nabucodonosor.
El año doce del reinado de Nabucodonosor tuvo éste un sueño y turbóse
en su espíritu, sin que pudiera dormir. Hizo llamar a magos y astrólogos, para
que explicasen al Rey su sueño. Solamente Daniel fue capaz y dijo: ( Daniel 2,
31 )
Tú, ¡ oh rey, ¡ mirabas y
estabas viendo una gran estatua. Era muy grande la estatua y de un brillo
extraordinario. Estaba en pie ante ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de
la estatua era de oro puro; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus
caderas, de bronce; sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte
de barro. Tú estuviste mirando, hasta que una piedra desprendida, no lanzada
por la mano, hirió a la estatua en los pies de hierro y de barro, destrozándola.
Entonces el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro se desmenuzaron
juntamente y fueron
como tamo de las eras en verano;
se los llevó el viento, sin que de ellos quedara traza alguna, mientras que la
piedra que había herido a la estatua se hizo una gran montaña, que llenó toda
la tierra.
He aquí el sueño; daremos
también al rey su interpretación:
Tú, ¡oh rey!, eres rey de reyes,
porque el Dios de los cielos te ha dado el imperio, el poder, la fuerza y la
gloria. El ha puesto en tus manos a los hijos de los hombres, dondequiera que
habitasen; a las bestias de los campos, a las aves del cielo, y te ha dado el
dominio de todo; tú eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino
menor que el tuyo, y luego un tercero, que será de bronce y dominará sobre toda
la tierra. Habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro; como todo lo rompe y
destroza el hierro, así él romperá todo, igual que el hierro que todo lo hace
pedazos.
Lo que viste de los pies y los
dedos, parte de barro de alfarero, parte de hierro, es que este reino será
dividido, pero tendrá en sí algo de la fortaleza del hierro, aunque viste el
hierro mezclado con el barro. Y el ser los dedos parte de hierro, parte de
barro, es que este reino será en parte fuerte y en parte frágil. Viste el
hierro mezclado con barro porque se mezclarán por alianzas humanas, pero no se
pegarán unos con otros, como no se pegan el hierro y el barro.
En tiempo de esos reyes, el Dios de los cielos suscitará un reino que
no será destruido jamás y que no pasará a poder de otro pueblo; destruirá y
desmenuzará a todos estos reinos, mas él permanecerá por siempre.
Esto es lo que significa la piedra que viste desprenderse del monte sin ayuda
de mano, que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El
Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder después. El sueño es
verdadero, y cierta su interpretación.
Visión de las cuatro bestias.
Tuvo Daniel un sueño, y vio visiones de su espíritu mientras estaba en
su lecho. Enseguida escribió el sueño:
Yo miraba durante mi visión
nocturna, y vi irrumpir en el mar Grande los cuatro vientos del cielo y salir
del mar cuatro bestias, diferentes una de otra.
A continuación describe Daniel a las cuatro bestias y más adelante
explica la interpretación de cada bestia diciendo:
Esas grandes bestias, las
cuatro, son cuatro reyes que se alzarán en la tierra. Después recibirán el reino
los santos del Altísimo y lo retendrán por siglos, por los siglos de
los siglos. Sentí entonces el deseo de informarme más exactamente acerca de la
cuarta bestia, tan diferente de todas las otras, sobremanera espantosa, de
dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y hollaba las
sobras con sus pies, así como también acerca de los diez cuernos que tenía en
la cabeza y de aquel otro que le había salido, y ante el cual se le habían
caído tres, y que tenía ojos y boca que decía grandes arrogancias, y parecía
más grande que todos los otros. Vi yo que este cuerno hacía guerra a los santos
y los vencía, hasta que vino el anciano de muchos días y se hizo justicia a los
santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos se apoderaron del
reino.
El cuarto reino
Díjome así: La cuarta bestia es
un cuarto reino sobre la tierra, que se distinguirá de todos los otros reinos y
devorará la tierra toda y la triturará. Los diez cuernos son diez reyes que en
aquel reino se alzarán, y tras ellos se alzará otro que diferirá de los
primeros y derribará a tres de estos reyes. Hablará palabras arrogantes contra
el Altísimo, y quebrantará a los santos del Altísimo, y pretenderá mudar los tiempos y la Ley. Aquellos
serán entregados a su poder por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Pero se
sentará el tribunal y le arrebatarán el dominio hasta destruirle y arruinarle
del todo, dándole el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de
debajo del cielo al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino será eterno,
y le servirán y obedecerán todos los señoríos.
Queda muy claro en Daniel, que en la historia habrá cuatro imperios que
perseguirán a los santos de Dios y que al fin vendrá un quinto imperio que será
el imperio de los santos de Dios, el reino por cuya venida pedimos en la
oración que nos enseño Cristo: el Padrenuestro.
Será el triunfo de la Iglesia Católica, pues eso significa el pueblo de
los santos del Altísimo y ese triunfo lo realizará el Señor por medio de su
“Como Hijo del Hombre o Vice-Cristo”, esto es, el Emperador del Mundo de quien
se refieren todas las profecías.
Los enemigos de los santos del Altísimo que pretenden mudar los tiempos y la Ley es el Islam. La secta blasfema de la divinidad de Cristo
que ha sido durante siglos el azote de la Cristiandad.
Conocemos, por tanto, el fin de nuestra investigación que nos viene
revelada por el Antiguo Testamento y no solamente por Daniel a quien hemos
trascrito, sino por innumerables profecías que nos hablan del futuro Reino
culminación en la Historia del triunfo de Cristo. Profecías que solo han tenido
un cumplimiento parcial: la más importante, la espiritual, la que marca la
reconciliación de Dios con el hombre, la redención del hombre anunciada por
todas las profecías mesiánicas que prometían la venida de un Redentor y que tuvo su cumplimiento pleno con la venida
al mundo del Hijo de Dios, con su pasión, muerte y resurrección. Con la venida
de Cristo al mundo el hombre fue redimido del pecado pero este mundo que ha
contemplado a un Mesías doliente que entrega su vida por salvar a los hombres,
ha de contemplar también a ese Mesías
triunfante, Rey de reyes tal como le contempla el salmo 2 e innumerables
profecías a lo largo de todo el Antiguo Testamento.
Para llegar a ese futuro Reino, el Señor ha ido dando avisos a lo largo
de los siglos a los hombres a través de sus apariciones, a través de las apariciones
de su santísima Madre y de las revelaciones de toda índole que jalonan la
marcha del pueblo de Dios a través de la Historia.
Solo mencionaremos algunas de
las citas de ese reino futuro existentes en el Antiguo Testamento de entre las
innumerables que hay y que motivaron, al no cumplirse con la venida de Nuestro
señor Jesucristo, el rechazo de las autoridades del pueblo judío a Nuestro
Señor. No supieron ver en el Mesías doliente al rey de reyes. No supieron
distinguir las profecías referentes a la redención de las que hablan del reino
futuro y su monarca, que ya no es Dios hecho hombre, sino su vicario en lo
temporal al igual que Pedro y sus sucesores son sus vicarios en lo espiritual.
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