Zacarías (c.
12,14)
He
aquí que yo haré de Jerusalén un lugar de banquete para todos los pueblos
circunvecinos; y aun el mismo Judá sentirá la opresión contra Jerusalén.
Y yo
haré en aquel día que sea Jerusalén como una piedra muy pesada para todos los
pueblos; todos cuantos probaren el alzarla quedarán lisiados; contra ella se
coligarán todas las naciones de la
tierra.
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Y
vendrá el Señor mi Dios; y con él todos los santos.
Y en
aquel día no habrá luz sino frío y hielo.
Y
vendrá un día que sólo es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; más
al fin de la tarde aparecerá la luz.
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Y el
Señor será el rey de toda la tierra; en aquel tiempo el Señor será el único; ni
habrá más nombre que el suyo.
Isaías (c. 13,34,61)
Mirad
que va a llegar el día del Señor, día horroroso y lleno de indignación, y de
ira y de furor, para convertir en un desierto la tierra, y borrar de ella a los
pecadores.
Porque
las estrellas del cielo y Orión no
despedirán la luz acostumbrada; se oscurecerá el sol al nacer y la luna no
alumbrará con su luz.
Visitaré
el mundo por su malicia, y al malvado, por su iniquidad, y pondré fin a la
soberbia de los altivos, y abatiré la arrogancia de los tiranos.
Los
hombres serán más escasos que el oro, y más que el oro de Ofir.
Por
eso, los cielos temblarán y la tierra se moverá de su lugar, por cuanto está
airado el Señor de los ejércitos, y porque es el día de su ira y de su furor.
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Venid
acá, ¡oh naciones!, y escuchad; pueblos estad atentos; oiga la tierra y toda su
población; el orbe todo, y cuanto en él vive.
Porque
la indignación del Señor va a descargar sobre todas las naciones, y su furor
sobre todos sus ejércitos; los matará y hará en ellos una carnicería.
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Está
sobre mí el espíritu del Señor; porque el Señor me ha ungido, y me ha enviado a
llevar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón contrito, y
predicar la redención a los cautivos, y la libertad a los que están
encarcelados.
Publicar
el año de gracia por parte del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios; a
consolar a todos los que lloran.
,
Joel (c. 2,3) Malaquías (c. 4) y San Juan en el Apocalipsis (16,14), le llama
“gran día del Señor”, desarrollando a Ezequiel. Se trata del día de la ira
(Sof. 1,15), tiempo de la gran manifestación de la justicia de Dios sobre toda
la tierra. En este castigo para todas
las naciones de la tierra serán exterminadas las dos terceras partes de los
hombres (Zac. 13,8) y en ese tiempo volverán los judíos a Israel, y muchas
naciones, siguiendo a Gog (la actual Rusia), los atacarán (Ez. c. 39). Parece
que cabe identificar a Rusia con Gog, como hemos señalado más arriba al citar a
Ezequiel, basándonos en la arqueología, la lingüística..., por su nombre, por su situación, por su ateismo
después de tantos años de sufrir el yugo comunista, y los aliados de Gog:
Persia (Irán), Etiopía (o Cus: naciones negras), Put (pueblos norteafricanos,
excepto Egipto), Gomer (antiguos cimerios, sus descendientes desde el mar
Báltico hasta el Danubio), Togarma (sur de Rusia). Rusia y sus aliados irán
contra Israel, y sus aliados Seba y Detán (¿?) y Tarsis (España, Países
anglosajones) no le ayudarán. Entonces vendrá el castigo y el resto
superviviente de la
Humanidad se convertirá.
Cuando se verifique la reunión de todos los judíos
dispersos, surgirá un vástago de David tras el castigo y su conversión que gobernará
como verdadero rey y hará derecho y justicia en la tierra pues la promesa hecha
por Dios a David y a Salomón (2 Sam. 7 y 1 Rey. 9) de que siempre habrá
en el trono un descendiente suyo culminará entonces
con este vástago que será el gran monarca objeto de innumerables profecías. Por
las circunstancias no puede tratarse
de Cristo. Según Ezequiel (34, 23-27), cuando Yahvé los libre de las manos que
los esclavizan, habiten su tierra con seguridad y buenas cosechas, y haga
alianza de paz con ellos, suscitará un pastor único, su siervo David, que los
pastoreará y será su príncipe en medio de ellos.. Tampoco esto parece poder
aplicarse a Cristo. Tal vez se refiera también a ese David futuro Isaías cuando
dice: Reinará un rey de justicia y gobernarán gobernadores en juicio (32,1).
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