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sábado, 29 de septiembre de 2012

Más revelaciones en el Antiguo Testamento




 Zacarías (c. 12,14)

He aquí que yo haré de Jerusalén un lugar de banquete para todos los pueblos circunvecinos; y aun el mismo Judá sentirá la opresión contra Jerusalén.
Y yo haré en aquel día que sea Jerusalén como una piedra muy pesada para todos los pueblos; todos cuantos probaren el alzarla quedarán lisiados; contra ella se coligarán  todas las naciones de la tierra.
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Y vendrá el Señor mi Dios; y con él todos los santos.
Y en aquel día no habrá luz sino frío y hielo.
Y vendrá un día que sólo es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; más al fin de la tarde aparecerá la luz.
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Y el Señor será el rey de toda la tierra; en aquel tiempo el Señor será el único; ni habrá más nombre que el suyo.


Isaías (c. 13,34,61)

Mirad que va a llegar el día del Señor, día horroroso y lleno de indignación, y de ira y de furor, para convertir en un desierto la tierra, y borrar de ella a los pecadores.
Porque las estrellas del cielo y Orión  no despedirán la luz acostumbrada; se oscurecerá el sol al nacer y la luna no alumbrará con su luz.
Visitaré el mundo por su malicia, y al malvado, por su iniquidad, y pondré fin a la soberbia de los altivos, y abatiré la arrogancia de los tiranos.
Los hombres serán más escasos que el oro, y más que el oro de Ofir.
Por eso, los cielos temblarán y la tierra se moverá de su lugar, por cuanto está airado el Señor de los ejércitos, y porque es el día de su ira y de su furor.
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Venid acá, ¡oh naciones!, y escuchad; pueblos estad atentos; oiga la tierra y toda su población; el orbe todo, y cuanto en él vive.
Porque la indignación del Señor va a descargar sobre todas las naciones, y su furor sobre todos sus ejércitos; los matará y hará en ellos una carnicería.
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Está sobre mí el espíritu del Señor; porque el Señor me ha ungido, y me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón contrito, y predicar la redención a los cautivos, y la libertad a los que están encarcelados.
Publicar el año de gracia por parte del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios; a consolar a todos los que lloran.

, Joel (c. 2,3) Malaquías (c. 4) y San Juan en el Apocalipsis (16,14), le llama “gran día del Señor”, desarrollando a Ezequiel. Se trata del día de la ira (Sof. 1,15), tiempo de la gran manifestación de la justicia de Dios sobre toda la tierra.  En este castigo para todas las naciones de la tierra serán exterminadas las dos terceras partes de los hombres (Zac. 13,8) y en ese tiempo volverán los judíos a Israel, y muchas naciones, siguiendo a Gog (la actual Rusia), los atacarán (Ez. c. 39). Parece que cabe identificar a Rusia con Gog, como hemos señalado más arriba al citar a Ezequiel, basándonos en la arqueología, la lingüística..., por  su nombre, por su situación, por su ateismo después de tantos años de sufrir el yugo comunista, y los aliados de Gog: Persia (Irán), Etiopía (o Cus: naciones negras), Put (pueblos norteafricanos, excepto Egipto), Gomer (antiguos cimerios, sus descendientes desde el mar Báltico hasta el Danubio), Togarma (sur de Rusia). Rusia y sus aliados irán contra Israel, y sus aliados Seba y Detán (¿?) y Tarsis (España, Países anglosajones) no le ayudarán. Entonces vendrá el castigo y el resto superviviente de la Humanidad se convertirá.

Cuando se verifique la reunión de todos los judíos dispersos, surgirá un vástago de David tras el castigo y su conversión que gobernará como verdadero rey y hará derecho y justicia en la tierra pues la promesa hecha por Dios a David y a Salomón (2 Sam. 7 y 1 Rey. 9) de que siempre habrá
en el trono un descendiente suyo culminará entonces con este vástago que será el gran monarca objeto de innumerables profecías. Por las circunstancias no puede tratarse de Cristo. Según Ezequiel (34, 23-27), cuando Yahvé los libre de las manos que los esclavizan, habiten su tierra con seguridad y buenas cosechas, y haga alianza de paz con ellos, suscitará un pastor único, su siervo David, que los pastoreará y será su príncipe en medio de ellos.. Tampoco esto parece poder aplicarse a Cristo. Tal vez se refiera también a ese David futuro Isaías cuando dice: Reinará un rey de justicia y gobernarán gobernadores en juicio (32,1).

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