Fue el fundador de los Salesianos, vivió desde 1815 a
1886 y ha sido uno de los santos más extraordinarios con el especial carisma de
los sueños proféticos.
En 1862 ve la nave del Papa con otras muchas,
atacadas. Un Concilio que al arreciar la tempestad se interrumpe, lo que se
cumplió en 1870 al interrumpirse el Concilio Vaticano I. Luego la borrasca se
vuelve espantosa. El Papa dirige la nave hacia dos columnas: la Eucaristía y la
Virgen (esto es lo que ya ha hecho el anterior Pontífice Juan Pablo II). Las
naves enemigas la atacan duramente. El Papa cae herido y le ayudan a
levantarse, vuelve a caer herido y muere (¿se referirá al Papa Benedicto XVI?,
eso solo Dios lo sabe), los enemigos se alegran lo indecible, creen que han
vencido, pero otro Papa es elegido rápidamente y guía la nave hacia las dos
columnas. Finalmente se produce gran
confusión entre los enemigos y se destruyen mutuamente. Termina haciéndose una
gran calma en el mar.
El pecado tendrá fin, y antes que aparezcan dos
plenilunios en el mes de las flores el iris de la paz aparecerá sobre la
tierra. El gran Ministro (el gran Papa), verá a la esposa de su Rey (la Iglesia) vestida de fiesta. En todo el
mundo aparecerá un sol tan luminoso como jamás existió desde las llamas del
Cenáculo hasta hoy, ni se verá otro semejante hasta el fin de los días.
Ahora debemos
preguntarnos quien es ese gran Monarca que ha de protagonizar los
acontecimientos que conducirán al triunfo de la Iglesia y al
establecimiento del reino de Cristo en la tierra. Sabemos por la profecía de
Santa Brígida que el Gran Monarca será procedente de España. San Vicente nos
dice que España dispondrá la justicia. Veamos lo que nos dicen las profecías.
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