Así en el libro 2º de Samuel, en el capítulo 7º el Señor hace la
promesa a David del trono perpetuo:
“Hácete, pues, saber Yahvé que él te edificará casa a ti; y que, cuando
se cumplieren tus días y te duermas con tus padres, suscitaré a tu linaje,
después de ti, el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará
casa a mi nombre y yo estableceré su trono por siempre.
Permanente será tu casa y tu
reino para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad”.
Y Ezequiel en 34,23 habla del nuevo David y dice:
“Suscitaré para ellas un pastor
único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor.
Yo Yahvé seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas”.
Isaías, que supo ver como ningún otro profeta al Mesías redentor,
también vio al futro rey y a sus sucesores, luego si son varios los príncipes a
los que se está refiriendo, no puede tratarse de Nuestro Señor Jesucristo, sino
de sus vicarios temporales, cuando habla de la nueva era de Judá en el capítulo
32 y dice:
“He aquí que reinará un rey en justicia y
gobernarán príncipes en juicio. Cada uno será como abrigo contra el viento,
como refugio contra la tempestad, como corriente de agua en tierra sedienta,
como sombra de una gran roca en tierra desértica”.
El santo rey David en sus salmos no solamente vio a Dios hecho hombre
como Mesías cuando dice “dijo el Señor a mi Señor”. También vio a sus
sucesores, reyes vicarios del Señor, ser socorridos y amparados por Dios en la
guerra, cuando dicen en el salmo 20:
“Ahora sé que otorga Yahvé la victoria a su ungido, que le responde desde su santo
cielo con las proezas salvadoras de su diestra”.
Y sabe distinguir David perfectamente a su Dios, como rey del universo
cuando habla de la venida de las gentes al reino de Dios y dice en el salmo 47:
“Porque es Yahvé el Altísimo, el Terrible, el
gran Rey sobre toda la tierra”.
Y a ese Dios hecho hombre, rey del universo y Mesías redentor lo
describe de la forma más bella y clara en el salmo 72 dedicado al rey Mesías, o
en el salmo 110, donde proclama que el rey Mesías será sacerdote eterno según
el orden de Melquisedec.
Este reino futuro ha sido explicitado por el Señor que tendrá su
plenitud y su desarrollo en una familia concreta: La familia real de Portugal.
Veamos la profecía que se contiene en el juramento que prestó el rey fundador
de la dinastía D. Alfonso Henríquez.
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