Sabemos por las profecías que Europa sufrirá una terrible invasión de unos pueblos extrañamente aliados entre si: los rusos y los musulmanes, el hierro y el barro de los pies de la estatua de Nabucodonosor, que el profeta Daniel cuyo significado explicó.
Esa invasión profetizada hace tantos siglos ya ha empezado en Europa: camuflados entre la avalancha de refugiados que invade Europa para no ser asesinados. Los soldados del Estado Islámico vienen perfectamente organizados con sus jefes y con muy abundante cantidad de dinero. Vienen ya con destinos señalados por sus jefes, extendiéndose por las naciones europeas según un plan establecido de antemano con la finalidad de ser la quinta columna que, desde dentro, ayude a los invasores armados de los que ellos son la avanzadilla.
Pobre Europa.
